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martes, 9 de octubre de 2012

PLATILLOS Y BEBIDAS QUE SE OFRECEN

!!!RE APERTURA!!!
Como sabrán Hotel y Restaurante "Brisa Marina", estuvo por un periodo de 2 meses cerrado.
!Gran Sorpresa!
Abrimos nuevamente con todo el entusiasmo de poder brindarles un buen servicio a todas aquellas personas que nos quieran visitar y también para todas las personas que se dieron por enterado del cierre y han estado pendientes de nosotros para poder visitar este hermoso lugar cómodo y tranquilo como usted se lo merece.

Déjenme decirles que el día Sábado, 26 de Octubre del 2013, reiniciamos con nuestra labor. 



NO DEJE DE VISITARNOS

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Mas información a los Teléfonos: 2420-5265 o 7958-0746.


ACAJUTLA
HISTORIA

Departamento: Sonsonate. Título de Ciudad: 19 de Enero de 1871.
Topónimo: Dato no Disponible.
Ubicación: 13°35'17.71"N, 89°49'57.09"W.
Orígenes y Etimología
En la margen derecha del Centzunat o Río Grande de Sonsonate, en un paraje donde baten las aguas del Mar del Sur, existía desde tiempos muy anteriores al advenimiento del cristianismo un pueblo marítimo, de indios yaquis o pipiles, llamado Acajutla. El nombre de esta población precolombina aparece escrito de distintas maneras en los documentos coloniales del siglo XVI: Acaxutla, Caxocal, etc., pero indudablemente la forma correcta de su escritura es Acayutla, pues este toponímico proviene de acat, caña, carrizo, vara, matas, subarbusto; ayut, tortuga; y tia, sufijo locativo. De tal suerte, que su etimología es "lugar de tortugas y matas". 

"Esta etimología nada forzada -dice el profesor Jorge Lardé-, tiene en su abono, además, dos hechos importantes: 10 que al Puerto Viejo de Acajutla le han llamado siempre El Tortuguero; y 20 que don Fernando Colón (1527) y Diego de Rivero (1529) llaman a dicho Puerto Las Matas, de modo que uniendo estas dos designaciones tenemos "matorral" y "tortuguero", esto es, la traducción que hemos hecho de la palabra Acajutla".
Batalla de Acaxual
El 6 de junio de 1524 penetró en Mochizalco el ejército español que capitaneaba don Pedro de Alvarado; el 7, ocupó sin resistencia alguna el abandonado pueblo de Acatepeque; y el 8, en las llanuras de la costa, en Acajutla, contempló el numeroso ejército indígena destinado a ofrecer la primera resistencia de los pueblos yaquis o pipiles a los invasores iberos. El jefe español, en carta de 28 de julio de 1524, informó a Hernán Cortés que en las llanuras de Acaxual, "vio los campos llenos de gente de guerra en él, con sus plumas y divisas, y con armas ofensivas y defensivas, en la mitad de un llano"; pero que como había un monte próximo, en donde los soldados indígenas podían refugiarse y hacer nugatoria la acción de la caballería la más poderosa arma de la conquista-, dispuso retirarse en busca de un paraje más propicio para entablar la batalla. Esa estratégica retirada de Alvarado fue tomada por los indios como sinónimo de debilidad y miedo, pues ¿qué podían hacer 100 jinetes y 150 infantes blancos, más 5 ó 6 mil indios auxiliares, contra los millares de soldados nativos, invictos otrora en mil combates? "Fue tan grande el placer que hubieron desde que me vieron retraer -dice Alvarado a Cortés- que me vinieron siguiendo hasta llegar a las colas de los caballos y las flechas que echaban pasaban en los delanteros". Alejados los aborígenes del monte cercano a Acaxual, el feroz Tunatiuh -que tal nombre daban los indios al jefe español dio órdenes de dar media vuelta y atacar despiadadamente al adversario. "Di vuelta sobre ellos con toda mi gente dice y rompimos por ellos, y fue tan grande el destrozo que en ellos hicimos que en poco tiempo no había ninguno de todos los que salieron vivos". La victoria de las armas españolas, sin embargo, no fue fácil. Los defensores del suelo nativo mataron infinidad de soldados indígenas auxiliares, hirieron a un considerable número de combatientes españoles y el propio don Pedro de Alvarado recibió un flechazo en el muslo de la pierna izquierda, que se incrustó en la silla, herida que lo dejó cojo para toda la vida, teniendo que usar, para no parecerlo tanto, una suela de cuatro dedos de corcho. Refiere la leyenda que fue el príncipe Atonal o "Sol de agua", jefe de los ejércitos de Acaxual, el que lanzó el tremendo flechazo contra don Pedro de Alvarado. Por espacio de ocho meses, hasta mediados de febrero de 1525, el jefe español estuvo en trances de muerte a causa de dicha herida. En Acajutla, curándose de las heridas sufridas, permanecieron los españoles por el término de cinco días, al cabo de los cuales partieron rumbo a Tacuzcalco.
Época colonial
A fines de 1532 se establecieron en Acajutla los capitanes Pedro Portocarrero y Diego de Rojas, a quienes el Gobernador y Capitán General de Guatemala don Pedro de Alvarado les encomendó la conquista y pacificación de los pueblos indígenas de la Costa del Bálsamo. En 1540 partió del puerto de Acajutla la gran armada construida por don Pedro .de Alvarado y destinada para llevar a cabo la conquista de las islas Molucas o de las Especiarías. Constaba la escuadra de 11 buques y llamábase "Santiago" la nave capitana, y todos se hicieron a la vela "con vistosos adornos y estandartes, banderas de cuadra, flámulas, grímpolas y gallardetes", según refiere Bernal Díaz del Castillo. En 1550 tenía unos 100 habitantes. Entre los alcaldes mayores de Acajutla, en los comedios del siglo XVI, figuran Gonzalo de Alvarado, en 1552, quien aprobó la fundación de la Villa del Espíritu Santo, más tarde llamada de la Santísima Trinidad de Sonsonate, y don Francisco del Valle Marroquín, en 1553. En Carta de Relación, de 8 de marzo de 1576, el oidor licenciado don Diego García de Palacio dice lo siguiente al Rey de España Felipe 11: "En los términos y costas de estos Izalcos, está el puerto de Acajutla, donde surten y están los navíos que andan al tracto del dicho cacao y mercadería que vienen del Perú y Nueva España (México)". "También ha querido decir que es bueno y suficiente para la correspondencia a Perú, si V(uestra), M(ajestad), fuese servido que la (que) ahora hay en Tierra Firme (Panamá) se pasase a esta provincia. Está en altura de 13 grados y 36 minutos, y por la diferencia del meridiano de Sevilla al de esta tierra y declinación se le da 4 minutos, con que serán 13 grados y 40 minutos. Corre leste-hueste y está desabrigado del sur y sus colaterales. Es una playa de mucha resaca y tumbo, y no tiene facción ni talle de puerta, de mala y enferma posición, sustentárse los navíos que allí surjen con todos los daños dichos, porque hace la mar en una arecife que hay en la dicha playa una vuelta y resaca de mar tan fuerte que hace estar los navíos suspensos sin hacer fuerza en los cables y áncoras, y este solo beneficio tiene para tantos daños y la necesidad precisa que de él tienen y falta de otro tal en toda esta comarca y la comodidad y cercanía en que se hallan los vecinos y mercaderes de la villa de la Trinidad (de Sonsonate) que está poblada en los dichos Izalcos": Por su parte el cosmógrafo -cronista don Juan López de Velasco, en su conocidísima "Descripción Universal de las Indias y Demarcación de los Reyes de Castilla" (1571-1574), dice: "Puerto de Acajutla, en 13° grados de altura, tres leguas de la villa de la Trinidad (de Sonsonate), es el principal puerto de esta provincia, por donde entra y sale toda la contratación que en ella se hace para Nueva España (México) y el Perú". y al hablar de la villa de la Santísima Trinidad de Sonsonate dice el versado cosmógrafo -cronista: "La tierra de su comarca... es muy fértil de frutos de la tierra y de España, y señaladamente de cacao, más que otra tierra ninguna, de que se saca por el puerto de Acaxutla que está tres leguas de ella, cada año en cantidad de trescientos mil ducados". En el año de 1579 las autoridades coloniales tuvieron que hacerle frente al grave problema creado por la presencia, en los Mares del Sur, del más grande de los corsario s de su época: Sir Francis Drake. Dice el cronista don Francisco de Fuentes y Guzmán, en su "Recordación Florida", que en "el año de 1577 habiendo entrado como fortísimo caballero y peritísimo en las cosas marítimas Francisco Draque, de nación inglés, en el mar del Sur, por el Estrecho de Magallanes, por el mes de junio de 1579, se hallaba este memorable pirata en nuestras costas para arribar al puerto de Acaxutla, si bien destrozado, y con pocas naves". Ante la presencia del corsario, el capitán general del Reino de Guatemala señor García de Velarde, convocó a todos los caballeros y capitanes de la colonia, a efecto de hacerle ruda resistencia al enemigo. Dichosamente, Drake no desembarcó entonces; pero años más tarde, en 1586, volvió a aparecer a la altura del puerto de Acajutla y dio mucho que hacer a los colonos, pues en la defensa de la provincia de los Izalcos, pasaron entretenidos en campañas y funciones militares por el término de ocho meses, sin más novedad que la de estar el enemigo "arribado al puerto barlovento dice el mismo Fuentes y Guzmán, unas veces apareciendo y otras faltando a la vista de las vigías, y centinelas, que hacía mayor el cuidado de sobre guardar tanta costa de tierra abierta, desde el 27 de junio (de 1586) hasta el 12 de febrero de 1587, en que reforzándoles avisos, de ser surto de su embarco y estar saltando en tierra, como de hecho salió a ella saltando en el puerto de Tonalá y marchando hasta la hacienda, que hoy (1690) es de los hijos de don Antonio de Guinea y Murga". En la "Relación Breve y Verdadera", crónica franciscana de 1586, hablando de la villa de la Santísíma Trinidad de Sonsonate, se dice que está a "tres leguas del Mar del Sur, donde hay una playa (puerto de Acaxutla) poco segura, a donde acuden a tomar refresco los navíos que van y vienen del Perú y de la Nueva España (México), y a embarcar cacao que se saca de los Izalcos sobredichos, acude allí mucho bálsamo". A fines del siglo XVIII, el puerto de Acajutla había decaído muchísimo pues el arzobispo don Pedro Cortés y Larraz dice en 1770 lo siguiente: "Para hacerme cargo de ciertas montañas y situación de algunos pueblos (del curato de Sonsonate) pasé a lo que se dice Puerto (de Acajutla), y fue en ocasión que había una fragata del Perú, que aun siendo muy chica, estaba ancorada como a dos leguas según el juicio que formé. En dicho Puerto hay dos cortos edificios, sin otro fin que poner en ellos la carga, pero sin algún resguardo. En la orilla de la mar había bastante multitud de mozos y muchachos enteramente desnudos, que pasaban en el agua todo el día sin ocupación, sin crianza y sin vergüenza". "Díjele al Cura y al Alcalde Mayor: que cómo permitían aquella multitud de gente abandonada, y me respondieron: que mientras hay fragata a la vista es imposible el remedio, porque desde la llegada a la vuelta no hay remedio de sacarla del agua. Inquirí cuánto tiempo solía permanecer y me dijeron: seis meses, ocho meses y aun mas". Los "cortos edificios" a que alude monseñor y que más de alguno elevó a la categoría de fortín español, con 8 ó 10 piezas de artillería, fueron bárbaramente demolidos en enero de 1952 por el Instituto de Vivienda Urbana, perdiéndose así esos restos históricos de la Colonia.
Puerto Nuevo
En 1801 el señor Juan Bautista de Irisarri, con el objeto de fomentar el destruido comercio por los Mares del Sur, solicitó al capitán general de Guatemala autorización para hacer en el puerto de Acajutla un muelle y fundar una población en el punto más aparente para ello. Dicha solicitud prosperó y fue contestada satisfactoriamente el 5 de febrero de 1802, habiendo comenzado en 1805 el señor de Irisarri la construcción de un muelle y edificios de aduana apropiados, a unos 3 kilómetros al Este del anterior emplazamiento del puerto. Al mismo tiempo, con la ayuda oficial, hizo que vários colonos de las áreas comarcanas edificaran sus viviendas en lo que dio en llamarse Puerto Nuevo. En el primer cuarto del siglo XIX, según informes oficiales, "dos o tres goletas por año y rara vez otro buque mayor" anclaban en el nuevo puerto. En la importante "Narración de una visita oficial a Guatemala viniendo de México en el año de 1825", por Jorge Alejandro Thompson, ex secretario de la Comisión Mexicana de Su Majestad Británica y Comisionado para informar al gobierno británico sobre el estado de la República de la América Central, se consigna lo siguiente: "Hacia las doce del día del 9 (de mayo de 1825) anclamos en el puerto, o por mejor decir, en la rada abierta de Acajutla. A las ocho de la mañana siguiente el Teniente Morgan fue a tierra con una parte dé mi equipaje. Sucedió que mucha gente de la capital (Guatemala) estaba reunida allí para celebrar la fiesta de la Santa Cruz. Olvidé decir que al anclar hizo la fragata un saludo que fue contestado por los dos cañones del fuerte con igual número de descargas. Esto llamó la atención de todo el pueblo, vecinos o forasteros. La mañana estaba muy hermosa y pudimos observar con los anteojos de larga vista que en la playa se agolpaban las gentes endomingadas que con sus chales, tocas y sombrillas tenían un aspecto muy europeo. A la verdad, un pintor bien podía trasladar aquel grupo al cuadro en que representase las playas de Ramsgate o de Brighton. El capitán Brown, cuya cortesía y afabilidad me había hecho el viaje agradable en todos sentidos, envió un bote a tierra con la esperanza de que la concurrencia aprovechase la ocasión para venir a bordo de la fragata, probablemente, el único barco de su clase que había anclado en aquel puerto". "Los ventarrones que periódicamente molestan a los marinos en Veracruz (México) soplan también en este otro lado del continente. Hacia el mediodía hay por lo general una gran creciente o marejada sobre la costa. Había empezado en el momento mismo en que el bote regresaba de tierra y con tal violencia que las señoras tuvieron que renunciar a su propósito con gran pesar". "Deseando el Capitán Brown apresurar lo más que fuera posible su viaje hacia el Sur y no queriendo yo demorarlo, propuse irme a tierra no obstante el tiempo que hacía; de suerte que a las doce me llevaron en un bote. A un cuarto de milla de la costa me trasbordaron a otro con la parte de mi equipaje que no había sido desembarcada todavía. Este bote era el mismo en que el Teniente Morgan había ido a tierra por la mañana y lo creía mejor para el caso. Sin embargo nos mojamos lastimosamente. Las olas eran tan grandes que anegaban por completo la embarcación cada vez que llegaba la tercera, y si no hubiéramos sabido nadar nuestras vidas habrían corrido peligro. Si se me permite dar mi opinión, la mejor manera y la más segura de salir a tierra en aquellas costas es con la proa a la playa hasta embarrancar el bote en ella, y caso de tener que echar un anclote para hacerla, el cable debe ser bastante largo, porque de lo contrario quedaría expuesto el bote a los embates de las olas. Creo que estoy en lo cierto, porque esta opinión mía fue inmediatamente confirmada por las observaciones espontáneas de los que estaban en la playa, entre los cuales había dos o tres mercaderes ingleses residentes en Sonsonate. Uno-de ellos me mostró los tripulantes de un bote que desembarcaron inmediatamente después de nosotros, procedentes de un barco mercante fondeado en la rada, y que conociendo la fuerza tremenda de aquel oleaje, que no permite a las embarcaciones mantenerse a flote cerca de la playa habían conseguido llegar a tierra perfectamente secos". "La fragata hizo otro saludo, que fue contestado por el fuerte con tanta regularidad como lo permitían sus dos cañones. Por fortuna una parte de mi equipaje había sido enviado a tierra por la mañana; de lo contrario no habría tenido ropa seca para mudarme. "Don Miguel Espinosa de los Monteras, Administrador de la Aduana del Puerto, es un hombre atento e inteligente. Me llevó a dar una vuelta por el pueblo, y como mi deplorable desembarco dominaba en nuestros pensamientos, era natural que esto le recordase un asunto que lo traía preocupado desde hacía largo tiempo: la formación de un Puerto. Me indicó la manera de hacerla, y la cosa me pareció tan factible de que no dudo que un ingeniero inglés podría realizarla con un gasto inferior a f. 20,000". "Con motivo de las fiestas que se celebraban en el Puerto, la casa de don Miguel estaba por supuesto abierta para todos. La sala se veía llena de gentes de toda clase. En el antepecho de la ventana y fumando cigarros estaba su bonita hija con otras tres señoritas de Sonsonate, morenas como zarzamoras y alegres como grillos. De las orejas les colgaban grandes aretes planos de oro puro; algunas de ellas tenían una profusión de cadenas de oro al cuello y otras collares de perlas sin pulir, que más parecían dientes que los de sus dueñas perlas, aunque no en la mayor parte de los casos. La mujer de D. Miguel había tomado posesión, ex-oficio, de una de las hamacas y la otra la desocupó para mí. Un petrimetre guatemalteco. Aun cuando éste pertenece al género del mexicano, constituye una variedad de la especie. Usa el poncho o capote mexicano y a veces las polainas de cuero labrado; pero todo su traje es más sencillo. Rara vez tienen bordados de oro o plata; la chaqueta suele ser de algodón sin adornos y cuando se viste de lana lleva generalmente una levita de corte inglés. El sombrero es también inglés, excepto cuando viaja, reemplazándole entonces con uno grande y gacho de paja o de alguna otra cosa liviana, que resulta mejor para librarse de los rayos del sol. En la mesa larga y pesada que ocupaba la mayor parte de la sala colocaron sucesivamente los platos; a cada cual le trajeron uno de frijoles, y como los sirvientes del dueño de la casa no dejaban de atender las peticiones de los huéspedes, creí, como era natural, que las muchas personas que allí estaban pagarían su hospedaje. Sonaron algunas guitarras frente a la casa y una docena de parejas se pusieron a valsar. Me sentí algo inclinado a hacer lo mismo, pero me faltó el valor. A duras penas había podido conseguir lo mejorcito de mis trajes de dril. Por lo que hace a la corrección, me persuadí de que no habría hecho mal en bailar, porque la concurrencia era sumamente respetable. Estaba compuesta de jóvenes de las mejores familias de la ciudad provincial de Sonsonate. La mayor parte iban a permanecer dos o tres días más en Acajutla durante las fiestas; pero como tres de los mercaderes ingleses debían regresar por la tarde y me ofrecieron sus consejos y servicios para hacer la jornada, me fui con ellos a las cinco". "Hay un camino carretero que va desde este Puerto hasta la ciudad (de Sonsonate), la mayor parte sobre un verde y bonito césped y por avenidas cortadas en un espeso bosque que durante el verano tiene tanta sombra que con dificultad se distingue el camino". Tal lo que era el Puerto de Acajutla a fines de la era colonial y albores de la época federal. Al hacerse la división de El Salvador en virtud de la Constitución Política de 12 de junio de 1824, el Puerto de Acajutla quedó incorpórado en el distrito y departamento de Sonsonate, unidades administrativas a las que ha pertenecido desde entonces. Por Decreto Federal de 10 de diciembre de 1831 se declaró a Acajutla puerto mayor de la República Federal de Centro América; pero tal disposición fue derogada por otro Decreto Federal de 19 de enero de 1835, que otorgó tal categoría al de La Libertad. Acajutla quedó reducido a puerto menor. En marzo de 1842 este puerto fue tomado por las fuerzas navales del general Francisco Morazán. Desde allí envió el día 9 una comunicación al gobierno salvadoreño, insistiendo que se le diera una contestación categórica sobre si aceptaba o no sus servicios. Avanzó hasta Sonsonate y teniendo informes que fuerzas gobiernistas avanzaban para repelerle, retornó a Acajutla, donde desmontó una pieza de artillería, y luego se reembarcó para el Sur. Del 26 de octubre al 12 de noviembre de 1849, la escuadra inglesa, a pedimento del revoltoso cónsul británico Federico Chatfield, bloqueó el Puerto de Acajutla. El 25 de octubre de 1852 el gobierno salvadoreño celebró un contrato con el doctor Francisco Drivon, sobre la construcción de un nuevo muelle de madera en el Puerto de Acajutla, concediéndose al contratista la explotación exclusiva del mismo, por el término de diez años, contados a partir de 1855. El 8 de febrero de 1853, el gobierno salvadoreño, representado por el ministro de hacienda licenciado José A. Jiménez, celebró un nuevo contrato con el doctor Drivon, a efecto de que este progresista francés edificara las aduanas y bodegas del Puerto de Acajutla, por la suma de quince mil pesos.
Efímero municipio
En un informe de la Comandancia del Puerto de Acajutla, de 5 de abril de 1859, aparece consignado lo siguiente: ."En el año de 1853se erigió en este puerto de Acajutla la Corporación municipal, y por decreto de 11 de Marzo del siguiente año (1854), fue suprimida esta misma municipalidad, en consideración a que los vecinos que con más constancia permanecen, carecen de aptitudes para el desempeño de este cargo y de otros consiguientes". En verdad, la erección indicada tuvo efecto por Ley de 27 de febrero de 1852. A fines de mayo de 1854 fue puesto en servicio, para el embarque y desembarque de mercancías y frutos, el nuevo muelle construido por el doctor Drivon. En 15 de agosto de 1855, el mismo doctor Drivon hizo entrega al gobierno salvadoreño de las bodegas y aduanas edificadas en dicho puerto, según contrata. En el informe de la Comandancia del Puerto de Acajutla, arriba citado, aparece que en 1859 tenía una población de 119 habitantes. "Este puerto dice ese documento, conocido en las antiguas cartas marinas, con el nombre de San Luis de Acajutla, fue descubierto por D. Pedro de Alvarado el año de 1524. Este y El Realejo fueron los únicos puertos que el Gobierno Español permitió abiertos al comercio del Mar Pacífico, a 10 que ahora es Centro América". "En tiempos del Gobierno Español apenas era frecuentado por seis u ocho buques al año, que llevaban el añil y traían de retorno la plata Peruana, y ahora no bajan de 50 en el año; en el que acaba de pasar (1858) fue visitado por 69 barcos tripulados con 1,712 hombres y 18,903 toneladas". "La población existente en el antiguo puerto (donde hoy está todavía) no se ha trasladado al nuevo y va en decadencia por el desarreglo de sus costumbres y la poca acción de la policía, a causa de estar bajo la autoridad de alcaldes o jueces auxiliares que anualmente nombra la Municipalidad de Sonsonate". "El agua que sirve tanto para el consumo de estos habitantes, como para la aguada de los buques no deja de escasear y de llegar algo sucia, sin embargo de tener su origen de la opulenta y pura fuente del pueblo de Nahulingo; pero estos dos males los causan el abuso que hacen los labradores al usar de ella en el tránsito para sus cementeras, y el ganado y otros animales que se sirven de ella". "En lo que es el muelle (Puerto Nuevo) no hay más edificios que el de la Aduana, la casa del Sr. Drivon y Compañía, y cuatro más de teja particulares; en lo que es Puerto Viejo (donde hoy está el puerto), está la antigua Aduana, los vestigios de las fortificaciones, ocho casas de teja particulares y varias casas pajizas". En enero de 1860 se inauguró la carretera entre Santa Ana y Acajutla, vía Sonsonate, cuya apertura al tránsito y tráfico de los pueblos occidentales contribuyó en mucho al auge de este puerto. El 25 de enero de 1864 llegaron a Acajutla, en concepto de invitados de honor a las fiestas de Sonsonate, el mandatario guatemalteco general Rafael Carrera, el mariscal de campo José Víctor Zavala, el brigadier Gregorio Solares y otros altos jefes y oficiales guatemaltecos. El Presidente salvadoreño licenciado Francisco Dueñas, el obispo Miguel Tomás Pineda y Zaldaña y otros importantes funcionarios civiles y militares llegaron igualmente a este puerto para recibir a los huéspedes. El 8 de febrero del mismo año se reembarcaron los visitantes rumbo a su Patria.
Muelle de hierro
El 30 de octubre de 1869, con el objeto de construir un muelle de hierro en el puerto de Acajutla, se firmó una contrata entre el gobierno salvadoreño y los señores coronel Manuel Mendoza y don Joaquín de Matheu. El coronel y licenciado don Manuel Fernández, dice de ese puerto en 1869 lo siguiente: "Los edificios del Puerto Viejo están como a una milla de los del Nuevo, el cual se halla más inmediato a la punta de Remedios. Consisten aquellos en una casa de bodegas de más de 70 varas de largo, cercada de un extenso muro de cal y canto, siete casas de teja y diez de paja, de particulares; y los de éste (Puerto Nuevo), en un edificio grande de aduana, de dos pisos, un cuartel, una casa de consignación, un hotel, cuatro casas de teja y otras tantas de paja. Hay además un muelle de madera bastante sólido para facilitar el embarque y desembarque de las cargas de los buques. A pesar del pequeño número de habitantes de ambos puertos, no falta en el Nuevo todo lo necesario". A fines de 1870 se terminó de construir el muelle de hierro, el cual se inauguró y puso en servicio a mediados de enero de 1871.
Erección del Municipio
Este último suceso, de gran trascendencia para el progreso del país, exigía la pronta creación de una municipalidad en el puerto de Acajutla. Fue así como, en las postrimerías de la administración conservadora del licenciado don Francisco Dueñas y por Decreto Legislativo de 19 de enero de 1871, se erigió en pueblo el villorrio del Puerto de Acajutla y se le dio por jurisdicción las tierras comprendidas desde la barra. del río Cacta hasta los linderos de la hacienda de Tonalá, abarcando las haciendas del Sunza, del Coyol, Hacienda Nueva, Sitios del Zope y Los Cóbanos. Conforme ese decreto, ello de mayo de 1871, los vecinos de Acajutla procedieron a elegir un alcalde, dos regidores y un síndico como miembros del gobierno municipal y un juez de paz y otro suplente de acuerdo a la Ley. En 1890 Acajutla tenía 630 almas de población. Durante la administración del general Carlos Ezeta y por Decreto Legislativo de 26 de abril de 1893 se facultó al Ejecutivo Nacional para que diera a los puertos de Acajutla (Puerto Nuevo y Puerto Viejo), la organización que juzgara más conveniente y para que, además, hiciera a particulares las concesiones que estimara necesarias, y resolviera, de conformidad con las leyes de la República, todas las cuestiones que estuviesen pendientes y las que en lo sucesivo se suscitaran con motivo del arreglo llevado a cabo por el gobierno.
Puerto Viejo
Siendo Presidente de la República el general Tomás Regalado, en el año de 1900 y a raíz de una contrata ruinosa para el Estado, pero altamente pingüe para los políticos de aquella época, se trasladó el Puerto de Acajutla al lugar que hoy ocupa, cerca y a escasos 600 metros al Oeste del Puerto Viejo. En este lugar la llamada "Compañía del Muelle de Acajutla" construyó un muelle de hierro de 700 pies de largo, el cual está conectado a la capital de la República por The Salvador Railway Company Ltd. En 1905 se colocó en punta Remedios un faro, a 180 pies de altura; de luz blanca intermitente de 25 segundos de luz .por 6 de oscuridad.





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